Parecía que fue ayer cuando llegué a Londres, lista para comenzar el año académico en un clima que era sorprendentemente más cálido de lo que esperaba. Yo estaba ansiosa por desarrollar la capacidad de explorar un tema tan personal para mí desde un perspectivo informado e inteligente sobre el fenómeno migratorio. Quería aprender sobre los hechos, las teorías filosóficas y los marcos jurídicos para poder sostener una conversación en el tema de una manera más profunda.
Estaba cansada de la retórica generalizada que influye los debates públicos, sobre todo los que hemos visto en la política de inmigración en los Estados Unidos y el Reino Unido. Yo había compartido mi historia personal de deportación hace mas de un año con la esperanza de convencer aquellos que la llegaran a leer para transformar la manera que suele ser percibidas las narrativas de los inmigrantes que carecen de un estatus legal –la que llega a tacharlos como unos ilegales que merecen ser expulsado de un país o que los considera unos traidores por abandonar su país nativo. Sin embargo, las notas periodísticas que publicaban mi narrativa personal fueron bombardeadas con cientos de comentarios como los siguientes que de alguna forma u otra, nos criminalizan:
‘… La mayoría de la gente aquí en los EE.UU. los ven ‘como un problema’ y los ‘estigmatiza’. Tú eres el inmigrante ilegal. Tus padres no tuvieron respeto por nuestras leyes y fronteras y por ello son resentidos aquí’ (traducido del inglés ) – lector UT San Diego (15 de septiembre de 2013)
‘… Aunque el factor [humanístico] nunca muere, el factor de ‘connacionalismo’ nos [debería] valer madres de los que ya decidieron huir de nuestro [país] y deciden creer que [están] fuera de las leyes de aquel [otro] [país] del que los deportan… por romper la ley…’ – Frontera (6 de septiembre de 2013)
‘… Tal como tu y tu familia, recibieron lo que se merecen. ¿Tu familia no sabía que esto podría suceder cuando tus padres voluntariamente violaron la ley al sobrepasar del plazo de su visa, o cruzar la frontera ilegalmente? Sus padres no sabían que tal vez algún día tuviera que volver a México, ya que se condenan a una vida en las sombras y te arrastraron con ellos a cometer un acto ilegal?…’ (traducido del ingles) – lector de Colorlines (14 de agosto de 2013)
‘La razón por la cual estas personas fueron deportadas fue porque han cometido crímenes. Ellos no fueron recogidos de las calles y deportados porque estaban aquí ilegalmente. En la actualidad, los ilegales sólo pueden ser deportados de nuestras cárceles si han cometido tres crímenes.’ (traducido del inglés) – lector de New York Times (8 de mayo de 2013)
‘¿Está loco Estados Unidos……? ? ? ? ? ? ? ? ? Paren esta tontería y por favor [llamenlos] ilegales, no indocumentados. Rompieron la ley y no deben ser recompensados . Hay un montón de personas esperando su turno en fila legalmente que merece el derecho de venir a los EE.UU.’ (traducido del inglés) – lector de New York Times (8 de mayo de 2013)
‘ … Hablando como un liberal progresista estos deportados tienen que quedar fuera, sin ninguna segunda oportunidad. Hay demasiadas personas en otras partes del mundo que han estado esperando años por una green card. Ellos deben tener prioridad sobre un ilegal deportado.’ (traducido del inglés) – lector de New York Times (8 de mayo de 2013)
‘Mi simpatía se limita por el hecho de que estas personas fueron deportadas por estar en el país ilegalmente. Deben formarse en línea con las millones de personas que están esperando, siguiendo el camino legal.’ (traducido del inglés) – Lector de HuffingtonPost ( 24 de abril de 213 )
‘Los EE.UU., si se trata de una nación soberana, elige a quien le permite entrar, cuándo y a cuántos. Los inmigrantes ilegales no pueden decidir estas cosas, aunque esa es la forma en que parece haber estado funcionando desde los años setenta.’ (traducido del inglés) – lector de AlterNet (9 de septiembre de 2012)
Empecé a acostumbrarme a las opiniones negativas, incluso anticipando los comentarios expresados por la mayoría de las personas que rara vez participan en un diálogo abierto acerca de cómo alguien como yo pudiera encontrarse en circunstancias de “ilegalidad”. Muchas veces, el otro lado de la historia se queda en la oscuridad, el que consiste de sistemas, incluidos los marcos económicos, sociales y políticos que también crean situaciones de “ilegalidad” para millones de personas. ¿A caso no hay espacio para un análisis crítico que cuestione si tales leyes encarnan los principios de justicia y dignidad que han sido considerados como la base en la mayoría de las democracias liberales? Esto es lo que esperaba que fuera abordado en el ámbito académico –un cambio en la forma en que se habla sobre los inmigrantes.
Sorprendentemente, la academia no es inmune a los prejuicios de los que carecen de una comprensión a fondo sobre tema. Especialmente aquí en Londres, a menudo escucho un profesor en una clase o un investigador en una conferencia pública utilizando la palabra ilegal. Al completar las lecturas que me asignan en mis cursos, descubro que la etiqueta que se utiliza de manera común por los académicos para describir la experiencia y las condiciones de los inmigrantes indocumentados es ilegal. Me parece bastante extraño presenciar el uso de este término, sobre todo cuando el objetivo de estos diálogos “con estilo académico” es humanizar la experiencia de las comunidades de migrantes.
A pesar del debate polarizado sobre la inmigración en los Estados Unidos, me siento agradecida por grupos pro-migrantes que piden un cambio en como se habla del migrante al lanzar campañas como “Drop the I- word”. Su éxito ha alcanzado resultados tangibles con las publicaciones de los medios como Associated Press que dejo de usar el término peyorativo de inmigrante ilegal, reconociendo su falta de objetividad. Este año, la campaña también llegó a la arena académica, incluyendo el campus de UCLA y la Universidad de California en Berkeley, cuando sus gobiernos estudiantiles aprobaron una resolución para prohibir el uso del término que declararon es ‘racialmente despectivo, ofensivo e injusto’. ¿A qué medida adoptarán esta posición la academia? ¿O será que se opondrá a tales esfuerzos viéndolos como demasiado liberales?
El Centro de Inmigración de la Universidad Ryerson (The Ryerson University’s Centre for Immigration and Settlement) publicó recientemente un informe que también exige el uso responsable del lenguaje para describir la experiencia de los migrantes indocumentados. El informe aboga por la adopción de un nuevo término que brinda un debate más equilibrado: ‘inmigrante ilegalizado’. El mérito del argumento es que identifica el poder de palabra, en la forma en que se utiliza como herramienta para provocar respuestas emocionales en las personas, que se refleja en el comportamiento de las comunidades y las instituciones que interactúan con migrantes. La posición de estos estudios sobre el uso del término “ilegal” para describir un grupo de personas es que es deshumanizante y que resulta en entornos hostiles hacia los migrantes. También hay un reconocimiento del proceso de “ilegalización” causado por factores como las políticas de inmigración restrictivas que determinan el estatus legal del migrante. Siendo alguien que vivió la mayor parte de su vida sin documentación, estoy de acuerdo con esta posición.
En un mundo que ha presenciado cambios constantes en sus líneas fronterizas y que continuará experimentando un aumento inevitable en la movilidad humana, son sólo las personas sin criterio analítico que recurren a utilizar el término ilegal. Para aquellos que deseen investigar y tener un acercamiento a las experiencias de los inmigrantes en un contexto de derechos humanos, se convierte en nuestra responsabilidad utilizar terminología que sea sensible a las comunidades que estamos estudiando. El uso del lenguaje que culpa a los migrantes de su situación legal no debería de tener ningún lugar en el vocabulario académico. Incluso al nivel internacional, se afirma este principio en los instrumentos jurídicos de derechos humanos procedentes de órganos internacionales como las Naciones Unidas, los cuales se refieren a los migrantes que carecen de un estatus legal como ‘irregulares’, NO ‘ilegales’. Si queremos cambiar la conversación en torno a la migración, el cambio comienza desde nuestras conversaciones cotidianas con los demás, en el trabajo académico que publicamos, y también en los comentarios que dejamos al final de un artículo.
Haga clic aquí para más información sobre el “Drop the I- Word” campaña:
Algunas organizaciones en el Reino Unido y Europa participan en esfuerzos similares:
No One Is Illegal (Nadie es ilegal) – Reino Unido
No One Is Illegal Network (Nadie es ilegal) – Suecia
Originalmente Publicado en Latina Lista el 10 de diciembre 2013 ( inglés)
Recomiendo leer la siguiente nota de la periodista Eileen Truax en su columna De aquí y de allá en Cuadernos Doble Raya titulada ¿Puede un ser humano ser ilegal?